COLEGIO NACIONES UNIDAS IED
TALLER DE RELIGIÓN
GRADO ONCE
Apartes del texto: “LA RELATIVIDAD DEL BIEN Y EL MAL”
DEL AUTOR: ALEXANDER SKUTCH
Este taller debe ser resuelto en su cuaderno de religión y enviado, como máximo, el día 17 de abril a las 2:30 pm
POR FAVOR: ESTAR ATENTOS A TODAS LAS INDICACIONES REQUERIDAS
LA RELATIVIDAD DEL BIEN Y EL MAL
(ALEXANDER F. SKUTCH)
1. El bien y el mal: conceptos que surgen en un mundo en formación
La armonización, esa actividad creadora que impregna el universo, es la fuente primaria de la moralidad, así como de la vida y todas sus otras manifestaciones, incluyendo la sociedad, el conocimiento y el arte. A este principio constructivo le debemos todo el orden y armonía que revela el universo. La moralidad es, sobre todo, el esfuerzo por ordenar los constituyentes del mundo en un sistema armónico que excluya el conflicto y la discordia pero que admita el contraste, el cual eleva el sentimiento y enfatiza el sentido. Este proceso empezó en nuestro planeta mucho antes del advenimiento de animales racionales capaces de usar la deliberación, la previsión y la elección inteligente para hacer avanzar este objetivo. La ética concierne únicamente a esa parte del proceso en que estas cualidades mentales se despliegan, pues esas son las características distintivas de la moralidad en el sentido estricto del término. Pero la moralidad, definida así, sólo es una fase tardía de un movimiento que empezó en nuestro planeta antes de que surgiera la vida y antes de que ganara ímpetu con la evolución de los seres organizados. El mundo entero está activado por un principio moral, sin el cual nuestros esfuerzos por promover la armonía serían improductivos.
La vida estuvo desde el principio asociada con una intensificación de la armonización –el principio moral- dado que surgió a partir de una integración íntima de elementos heterogéneos que ya existían en la Tierra inerte. Pero esta íntima integración vital de elementos y procesos fue factible sólo en pequeñas unidades estrictamente aisladas del mundo circundante. La separación de estas entidades vivas u organismos, que pronto llegaron a competir entre sí por espacio y fuentes de energía, introdujo un tipo de conflicto que había estado ausente de la Tierra sin vida.
La bondad superior de la vida con respecto a la materia inorgánica, trajo mucho mal al mundo.
De modo que en cada criatura reconocemos no sólo bondad sino también una limitación de la bondad, a la cual llamamos "mal". La esencia del problema moral es cómo expandir el sistema de relaciones armónicas echando atrás el margen de conflicto.
Así, el esfuerzo moral es un fenómeno de un mundo en proceso de formación. En el caos extremo, si pudiera uno imaginar tal condición, no podría haber ni bien ni mal, pues éstos surgen únicamente con referencia a un orden definido, y especialmente uno que genere propósitos e intereses, los cuales, tal como los conocemos, son propiedades de seres con cierto grado de coherencia y organización. Si una mente inteligente con propósitos determinados pudiera de alguna manera surgir en medio del caos, no encontraría ningún soporte para sus propósitos, e incluso su existencia sería momentánea. La inteligencia sólo puede existir en un ambiente con algún grado de orden, y los propósitos difícilmente pueden realizarse en ausencia total de soportes externos.
De allí que el juicio de un ser tal -mientras sentía su brillo momentáneo de consciencia en medio del caos y antes de expirar- hubiera sido que su mundo era totalmente malvado, pues en todas partes vio discordia y en ninguna armonía y orden. Pero el mal mismo sería extinguido junto con su propósito, que allí no podría sustentarse. No puede haber, por lo tanto, un mal absoluto; pues el mal sólo puede reconocerse por su contraste con algún orden de bondad, cuya existencia es incompatible con una discordia ilimitada. Pero el caos extremo sería lo que quedaría si se extinguiera toda bondad. Al aumentar el mal, el mundo se mueve hacia el caos; pero si el desorden llegara a ser total, no habría ni bien ni mal.
Lo opuesto del caos sería un mundo impregnado hasta su último átomo o electrón por una armonía y un orden perfectos, en el cual ningún propósito se viera frustrado, ninguna esperanza irreal izada, y donde en ningún lugar persistiera la oposición o el conflicto. En un mundo tal, no reconoceríamos mal alguno; pero con la desaparición de la discordia, seguramente también perderíamos el concepto de su opuesto, la bondad -a no ser que lo retuviéramos como una débil memoria de una fase anterior del proceso del mundo--. Con la resolución del último onflicto, la mitigación del último dolor, el desfallecimiento del último motivo para el mejoramiento, el esfuerzo moral se desvanecería en su propia realización.
La moralidad siempre se interesa por la elección entre el peor y el mejor camino, o entre el mejor y el óptimo; y donde todo fuera perfecto ya no habría más elecciones. Es dudoso que la concordia perfecta sea compatible con la vida, la cual, del lado fisiológico, es un proceso de ajuste continuo. Con toda certeza, vivir tal como lo conocemos perdería algo de su sabor en ese plácido cielo. Sin embargo, tal como supusieron Platón y Plotino, las inteligencias pueden existir para contemplar y encontrar deleite ante el panorama de la perfección estática infinita.
Nos ha llegado a parecer que el esfuerzo moral pertenece a un mundo en transición, en lucha, en una etapa intermedia entre el desorden total y la perfección acabada. "Bueno" y "malo" - tal como debemos aplicar estos adjetivos a las cosas y situaciones que nos rodean- son términos relativos que no designan ni una armonía ni una discordia absolutas, sino que significan, respectivamente, un paso adelante hacia la perfección y un retroceso hacia el caos. El esfuerzo moral pertenece a un mundo que contiene entidades que todavía no han sido armonizadas en un patrón comprehensivo. Las entidades mismas surgieron en maneras que se nos hacen oscuras y en mucho fuera de nuestro control. Pero el proceso de armonización está, en algunos puntos, sujeto a nuestra influencia; y en el ejercicio de esta habilidad podemos --de una manera modesta- cooperar con la energía creadora en la conversión de la discordia en orden. El esfuerzo moral es el campo en que los seres humanos pueden más eficazmente contribuir con el proceso de creación.
2. La bondad de las cosas vivientes.
La primacía de la obligación moral por preservar la vida en todas sus formas surge del hecho de que el ser viviente más insignificante representa un logro de la armonización más allá del alcance de nuestras habilidades creadoras. La mera presencia de la vida no sólo señala hacia la existencia de la armonía o la bondad en todas las criaturas; asimismo, cierta medida de bondad es revelada por todas las actividades de los seres vivos, incluso las de aquellos que consideramos los más malvados; pues ningún organismo puede moverse o actuar si no es por esa coordinación armónica entre sus complejas partes, lo cual es una manifestación de la bondad. Más aún, es posible reconocer elementos de moralidad, en el sentido convencional del término, incluso en la conducta de los más réprobos criminales. Podemos tomar como ejemplo el ladrón que difiere su entrada a una tienda hasta que un policía se haya alejado. Negarse gratificaciones inmediatas por ventajas más comprehensivas o duraderas en el futuro, es una expresión de prudencia, una de las virtudes morales ampliamente reconocidas. El ladrón difiere la realización de su deseo de poseer los bienes presentes en la ventana de la tienda para incrementar la probabilidad de escapar con ellos y poder disfrutarlos; mientras que una persona totalmente corrupta o inmoral realizaría sus impulsos inmediata y desinhibidamente, actuando sin consideración alguna por las consecuencias y sin pensar por un momento en su futuro.
Por más reprensible que sea su desinterés por los derechos y sentimientos de los otros, el ladrón desea preservar de la interferencia de los guardianes de la ley la armonía que ha logrado infundirle a su pobre y desordenada vida. Quizá pretende compartir su botín con algún compinche, o usar sus ganancias ilícitas para comprarle alimentos y vestidos a su familia. Con esto prueba que puede establecer, al menos por un momento, relaciones amigables con alguna otra persona, o con unas pocas, incluso si es incapaz de adecuarse a la más amplia armonía de la sociedad.
El endurecido forajido que durante años aterroriza un distrito y desafía a una fuerza policial bien organizada no puede estar totalmente desprovisto de moralidad; pues su modo de vida difícilmente sería posible sin una pequeña porción de previsión, prudencia, consistencia, y la habilidad de soportar incomodidades y privaciones voluntarias para poder alcanzar un objetivo deseado, todas las cuales son cualidades de alguna importancia moral. Sin embargo, incluso si sus principios éticos son completamente egoístas, no logrará lo que busca; pues la vida social ofrece muchas ventajas y variadas fuentes de placer que el solitario malhechor no puede experimentar y probablemente ni siquiera puede imaginar.
Mientras que en provecho de la precisión científica debemos admitir el hecho -sin duda desagradable para todos cuyos ideales son elevados y puros- de que incluso aquellos que cometen los crímenes más horribles no siempre están completamente desprovistos de moralidad y bondad, de la misma manera debemos reconocer límites en la bondad de las personas que reverenciamos como más nobles y mejores. Así como una conducta absolutamente malvada no presentaría coordinación de ninguna clase y ningún interés incluso por el propio futuro inmediato, una conducta absolutamente buena no causaría dolor ni pérdidas a ningún ser de ningún tipo, a cualquier distancia que esté del agente. Maldad extrema quiere decir desorden total; bondad perfecta significa armonía universal. Ambas son incompatibles con el mantenimiento de la vida animal, que surge a partir del orden y la armonía y que, sin embargo, tal como la conocemos en este planeta, implica conflictos en los que otros seres se ven frustrados, perjudicados o destruidos. El comportamiento de la mayoría de seres vivientes, desde los organismos unicelulares más simples hasta el humano de ideales éticos más exaltados, parece caer en algún lugar entre los dos polos de maldad extrema y bondad perfecta. Este carácter mixto de las personas y cosas con las que debemos tratar es una fuente de infinito desconcierto y de muchos apuros. ¡Cuánto no simplificaría nuestro trato hacia ellas si pudiéramos clasificarlas como totalmente buenas o extremadamente malas! ¡Y cuánto más cómodos nos sentiríamos si estuviéramos seguros de no tener nada en común con quienes nos llenan de una aversión inefable!
Espontáneamente designamos como "bueno" todo lo que haga progresar nuestros propósitos, que incremente nuestro sentimiento de seguridad, o que nos dé placer. Muy a menudo olvidamos que esta valoración carece de validez absoluta, y que es relativa a intereses y puntos de vista particulares. El mismo acto que nos brinda satisfacción o placer puede causarle dolor o pérdidas a otro ser, el cual calificaría como "malvada" la misma cosa que nosotros llamamos "buena". Un tercero, viendo imparcialmente el asunto, encontraría difícil decidir cuál de estas dos caracterizaciones opuestas del mismo evento es más válida. Aquello que sea total o absolutamente bueno no causaría dolor ni angustia en ninguna parte, de modo que no podría haber juicio alguno que contradijera a aquel que lo llamó "bueno". En el mundo real, de incontables intereses en conflicto o delicadamente equilibrados, es difícil señalar algún suceso que no cause infelicidad o pérdidas a algún ser en alguna parte. Por lo tanto, tal como los usamos en el habla cotidiana, "bueno" y "malo" son términos relativos, carentes de validez absoluta. Esto no quiere decir, sin embargo, que sean términos equivalentes o sin significado, pues frecuentemente denotan diferencias cuantitativas. La ética, como la matemática, trata sobre el más y el menos; pero, desafortunadamente, es incapaz de asignar valores numéricos precisos a los elementos con los que trata.
Resuelva en el cuaderno lo siguiente
Con base en el anterior texto: “la relatividad del bien y el mal”, solucione:
1- Lea y elabore el glosario respectivo
2- De cada párrafo (punto y aparte), en máximo tres renglones, enuncie la idea principal del párrafo.
3- Luego de esto, elabore un mapa conceptual.
4- Por último, en una página en su cuaderno, plantee SU PUNTO DE VISTA con base en la lectura sobre si para usted son relativos el bien y el mal.
5- Enviar la foto de este trabajo al correo jaimevasqueznacun@gmail.com
PARA TENER EN MUY EN CUENTA:
- El correo, del cual envíe USTED el archivo, debe ser: “SU PROPIO CORREO”, no desde el de alguien más.
- Las fotos deben ir como archivo adjunto y no como compartido.
- Si el peso de la foto es muy grande, y no lo puede enviar, bájele a la calidad de la foto
- Pegar las fotos en un documento de Word, convertirlo a PDF y enviarlo al correo, máximo, el viernes 17 a las 2:30 pm..
COMO BENEFICIO ADICIONAL:
- Para quienes entregan, tarde o no han entregado trabajos: recuerden que conmigo el deporte ciencia ayuda.
- Si necesitan esta apoyo, deben prepararse las jugadas que aparecen en la página del colegio en el link: “EL AJEDREZ ES UNA NOTA” y se presentarán en clase presencial, cuando acabe el aislamiento preventivo.